Los impactos del coronavirus en la economía van a ser graves y duraderos; pero muchas cosas no van a ser igual que antes. La“nueva normalidad” va estar marcada por una mayor preocupación por la salud de los ciudadanos.
Obligará a establecer estándares aún más exigentes de sostenibilidad, respeto a la biodiversidad y al medio ambiente que no coinciden con el principio de neutralidad tecnológica que han reclamado la industria petrolera, gasista y del automóvil.
Por primera vez en la historia las energías renovables y la eficiencia energética compiten con las energías fósiles en una crisis marcada por el hundimiento de los precios del petróleo y del gas.
Frente al desastre recurrente de la industria petrolera, como analiza The Wall Street Journal, crece el sector de las energías renovables, más inmune y maduro. El CO2 no admite neutralidad tecnológica, se contamina o no se contamina; con más razón si la energía contaminante se importa del exterior.
No hay energías alternativas sino energías limpias y la neutralidad tecnológica solo es un subterfugio para seguir contaminando.
El futuro es la electrificación.
El informe de la Universidad de Lappeenranta (LUT, Finlandia), “Europa 100% renovable: cómo hacer que el sistema energético de Europa sea neutral para el clima en2050”, asegura la viabilidad de un modelo 100% renovable con cero emisiones en 2050 a través de una tasa de electrificación del 86% para lograr el objetivo del acuerdo de París de 1,5ºC.
Las tecnologías dominantes serán la solar fotovoltaica, que generará hasta el 60% de la electricidad de la UE, la eólica un 33%, el almacenamiento en baterías, lasbombas de calor y el hidrógeno renovable. Lograr la neutralidad climática será más rentable en comparación con un menor nivel de ambición; por el contrario, la bajaambición climática será una carga para la sociedad.
El “Global Renewables Outlook” de IRENA, sobre un futuro sistema energético sostenible y descarbonizado para 2050, insiste en las redes flexibles, la electrificación de uso final, el almacenamiento, los vehículos eléctricos y el hidrógeno renovable como principales tecnologías.
La patronal Eurelectric, en su Descarbonisation Pathways, ya planteaba para 2030 objetivos del 65% de electricidad renovable en calefacción y refrigeración, vehículos eléctricos y procesos industriales para reducir el consumo de combustibles fósiles.
El coronavirus va a obligar a rediseñar las ciudades, las empresas, los edificios, las oficinas, el comercio, el turismo, el transporte y los hábitos individuales para una nueva forma de trabajar y vivir.
La mejora de la productividad no será posible sin la electrificación de la energía, el calor y el transporte con energía limpia y movilidad limpia.
Cuando la Comisión Europea se dispone a priorizar en el fondo de recuperación de 1,6 billones de euros la rehabilitación de edificios, las renovables y la movilidad limpia no puede pretender destinar esos recursos para mantener la contaminación anterior al coronavirus.
La electrificación beneficiosa.
La sustitución de los combustibles fósiles por electricidad renovable en los edificios y el transporte mentará la oferta y demanda de energía flexible en la red a través de la generación distribuida, la carga de vehículos eléctricos y la gestión de la demanda.
Una de las lecciones del confinamiento a sido constatar que el tráfico y el vehículo de combustión son los primeros responsables de la contaminación atmosférica. La contaminación urbana en España se ha reducido un 60% en las semanas de confinamiento según los datos de las organizaciones ecologistas. Si se respeta la prioridad de la salud pública, a partir de ahora los cambios hacia la movilidad limpia y nuevos modos en el transporte son inexcusables.
De esta crisis surgirá una nueva mentalidad social hacia la sostenibilidad y usos de la energía limpia. La industria debe transformarse para la descarbonización y la sustitución de los combustibles fósiles por electricidad renovable.
El coronavirus pondrá fecha al fin de la era del motor de combustión.
Sin políticas municipales el Plan MOVES para el vehículo eléctrico, anunciado por el IDAE, se quedará en las flotas y no conectará con la nueva mentalidad social post coronavirus.
Sin políticas locales, como ocurre con el autoconsumo, el ritmo del avance del vehículo eléctrico seguirá sujeto a fuertes barreras de acceso. La exigencia de neutralidad tecnológica en las ayudas a la adquisición de vehículos por los mismos que aún no han pedido perdón ni compensado el fraude del “dieselgate” es condenar la economía española al atraso”
El estudio que elabora la consultora JATO refleja el poco esfuerzo de la industria del automóvil por reducir las emisiones: en 2019 crecieron las emisiones de CO2 de la mayoría de las marcas y ninguna, excepto Tesla, cumple el límite establecido por la UE de 95 gramos en 2020, por lo que a partir de 2021 los fabricantes se enfrentarán a multas millonarias.
Según Hacienda, en España la media de contaminación de los fabricantes se situó en 122 gramos de CO2 por kilómetro y las sanciones serán de 95euros por gramo de más y coche vendido.
La UE ha aprobado para 2030 una reducción del 37,5% de las emisiones de los automóviles respecto a 2021.
España está a la cola de Europa en la venta de vehículos eléctricos y los fabricantes están a una enorme distancia de cumplir los objetivos de emisiones. La alternativa no es pedir ayudas al Estado para seguir contaminando; ese es un modelo de negocio condenado al fracaso, que perjudica la salud de todo el país.
La alternativa es incluir el vehículo eléctrico en el tejido industrial cuanto antes. El año 2030 marca la fecha del ocaso del motor de combustión y muchos países han prohibido su venta entre 2030 y 2040.
El vehículo eléctrico es un instrumento de recuperación de la crisis del coronavirus porque reúne la principal alternativa del sector del automóvil, la reducción de emisiones y una nueva mentalidad social sobre la salud y el medioambiente, una nueva productividad vinculada a la electrificación del transporte y un nuevo tejido industrial, innovador y sostenible.